Son enfermedades debidas a la inflamación de las meninges, que son las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal. El diagnóstico de meningitis crea habitualmente una situación de alarma en la familia, en la guardería y en la escuela a la que acude regularmente el niño, a pesar de que existe un tratamiento eficaz. La causa más común de la inflamación de las meninges es de origen infeccioso. Bacterias, virus u otros gérmenes procedentes de un foco cercano o a través de la sangre son capaces de alcanzar las meninges y causar su inflamación. Entre las meningitis bacterianas la más frecuente en nuestro medio es la producida por el meningococo. Desde la introducción de la vacuna frente al meningococo A y C, el tipo más frecuente es el B para el que actualmente no se dispone de vacuna eficaz. La meningitis por Haemophillus influenzae es actualmente rara debido a que se dispone de vacuna frente a esta bacteria, y la meningitis por Streptococus pneumoniae es poco frecuente. Las meningitis víricas son leves, y las meningitis tuberculosas, afortunadamente poco frecuente, son por el contrario, más graves. Los cuatro síntomas clásicos de las meningitis son: fiebre, vómitos, dolor de cabeza y rigidez de nuca. En los niños pequeños (menores de 1 año) los síntomas no son tan típicos. El dolor de cabeza lo manifiestan en forma de irritabilidad, llanto agudo o decaimiento. La fontanela puede estar abombada y/o el bebé es incapaz de mantener la cabecita levantada (se le cae hacia atrás). Los vómitos son proyectivos ("a chorro") y presenta afectación del estado general y fiebre elevada. Es muy importante observar si aparecen manchas en la piel. En este caso es necesario llevar inmediatamente al niño al Hospital. La meningitis bacteriana es una enfermedad grave y en ocasiones de evolución rápida y fulminante afectando al sistema de coagulación por lo que hay que instaurar el tratamiento de forma urgente. Por ello, ante la mínima sospecha es necesario llevar inmediatamente al niño al Hospital. La confirmación diagnóstica se establece con el análisis de una pequeña cantidad de líquido extraído de la médula espinal mediante una punción lumbar. Las personas que hayan tenido contacto estrecho con un niño con meningitis bacteriana en el hogar, guardería o en la escuela presentan un alto riesgo de contagio, por lo que está indicada la profilaxis antibiótica con un antibiótico (Rifampicina) durante 2 días. El pediatra dará las indicaciones terapéuticas oportunas para cada tipo de meningitis. El tratamiento de las meningitis se realiza en los hospitales o clínicas. Actualmente se disponen de antibióticos que han mejorado notablemente la evolución y el pronóstico de la enfermedad, siendo excepcionales las secuelas. Las meningitis virales, no precisan antibióticos pero habitualmente permanecen 1ó 2 días en el Hospital hasta que mejoren los síntomas. Se debe acudir al servicio de urgencias o consultar inmediatamente al tu pediatra si: El niño tiene fiebre y aparecen manchas de color violáceo en la piel. El niño está decaído o tiene mal aspecto. La fiebre no cede con antitérmicos. El niño tiene rigidez en el cuello.
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